Cada etapa de la vida tiene nuevos aprendizajes, diferentes adquisiciones, vivencias, dificultades, retos, experiencias…según como recorremos cada etapa y cómo nos acompaña en ellas el entorno, afrontaremos e intentaremos las siguientes.
Conforme cumplimos años y pasamos etapas, reflexionamos, aceptamos y comprendemos algunas de las anteriores y, sobre todo, aquellas que nos contaban nuestros » mayores» pero, nosotros necesitábamos vivenciar para integrar los cambios, y al experimentarlas, pasamos a transformar y evolucionar.
Igual que el bebé necesita sentarse por el mismo y agarrarse a los muebles o a sus padres antes de caminar independiente, el niño necesita mover su hombro de forma disociada en relación a su tronco para sacar un aro o tirar una pelota para dar a la diana antes de escribir su nombre, y, el adulto necesita secuenciar la receta y preparar los ingredientes antes de cocinar y comer o necesita aprender las normas de circulación, el funcionamiento del automóvil y obtener el carnet antes de conducir y, el anciano necesita mantener su movilidad, flexibilidad y coordinación para manter su independencia para realizar las actividades de la vida diaria, o puede requerir alguna ayuda técnica para leer, oír o caminar.
Cada etapa de la vida sera diferente, todas pueden ser maravillosas, pero lo que todos y cada uno de nosotros necesitaremos para recorrerlas y evolucionar, es PRESENCIA.
la mirada de respeto, aceptación, amor y reconocimiento del otro, nos ayuda a SER, SENTIR, HACER Y … VIVIR, A RECORRER NUESTRO CAMINO CON EMOCION, CON DESEO, tengamos la edad que tengamos, sin adelantar ni saltar etapas, permitiéndonos ser bebé para después ser niños, adolescentes, adultos, ancianos, y, poder reconocer y agradecer a «su debido tiempo» cuando y como fuimos hijos, padres, madres, abuelos/as…llegará el día en que digamos:
«Ahora lo entiendo» o «»Ya te lo decía»
Pero…DEJAME QUE LLEGUE, DEJAME VIVIRLO.

Laura Pueyo Pardo
Terapeuta ocupacional pediátrica, psicomotricista y educadora infantil.