Poema: Mímame mucho

 

Las semanas que siguen al nacimiento
Son como la travesía de un desierto.

Desierto poblado de monstruos:
las sensaciones nuevas que
desde adentro
se lanzan al asalto del cuerpo del niño.

Después del calor del seno materno,
después del loco abrazo que es el nacimiento,
la soledad helada de la cuna.
Y luego surge una fiera,
el hambre,
que muerde al bebé en las entrañas.

Lo que enloquece al desdichado niño
no es la crueldad de la herida.
Es su novedad.
Y esa muerte del mundo circundante
que le da al ogro
proporciones inmensas.
¿Cómo calmar tal angustia?

¿Alimentar al niño?
Si
pero no solamente con leche.
Hay que tomarlo en brazos.
Hay que acariciarlo, acunarlo.
Y masajearlo.

Hay que hablar a la piel del pequeño
hay que hablarle a su espalda
que tiene sed y hambre
igual que su vientre.

En los paises que han conservado
el sentido profundo de las cosas
las mujeres saben todavía todo esto.
Aprendieron de sus madres, enseñaron a sus hijas
este arte profundo, simple
y muy antiguo
que ayuda al niño a aceptar el mundo
y lo hace sonreír la vida.

Masaje Shantala

La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y nos ofrece todo un mundo de sensaciones; el masaje puede convertirse en una forma más de alimentar a los niños.

Por ello, desde “La mirada de Lluna” apoyamos y creemos en una medicina al alcance de todos, el masaje infantil, y favorecemos con talleres para cuidadores o padres con sus hijos, la técnica del masaje infantil para potenciar el vínculo afectivo con nuestros hijos y facilitar la comunicación, a la vez que les favorecemos infinidad de beneficios para su salud presente y futura.

Laura Pueyo