Cuando hablamos de la alimentación, de alguna manera, estamos haciendo mención a la par a la respiración y al lenguaje. Y, el desarrollo de estas 3 importantes funciones, tan vitales, va a estar en gran parte determinado por el complejo oro-facial.
La disposición y movilidad de la lengua, el enderezamiento de la columna, la fuerza de los labios, el tono muscular, la articulación temporomandibular, el cierre de la boca y la presión intra-oral son algunos de los aspectos que van a influir directamente en el funcionamiento del complejo orofacial y, por lo tanto, en el desarrollo de la respiración, la alimentación y el lenguaje.
Desde la semana 20 de gestación ya prestamos atención a la morfología y el funcionamiento de algunos de los órganos importantes para el desarrollo de estas capacidades. Y, tras el nacimiento, continuaremos observando como maduran y actúan los diferentes órganos implicados en la respiración y la alimentación, reflejo de la expresión y maduración del sistema nervioso central de ese recién nacido y predictor del desarrollo del lenguaje del bebé.
Desde los primeros momentos, cualquier objeto, utensilio, material…que ocupe un espacio que pertenece a otro u otros órganos, estará restando movimiento, impidiendo la disposición adecuada, dificultando la función y alterando el desarrollo del complejo orofacial y, con ello, insisto, del lenguaje, de la alimentación y de la respiración.
La lateralización y rotación de la lengua, primeros pasos hasta lograr la masticación, se producen con más fuerza cuando el bebé logra el volteo, es decir, al rededor de los 6 meses, cuando coloquialmente decimos que se gira hasta quedarse boca abajo o «hace la croqueta». Conforme el volteo va siendo más fluido y utilizado para explorar y moverse en el espacio, más destreza y habilidad adquiere la lengua para moverse activa hacia arriba y lateral facilitando así una coordinada respiración, una deglución típica y una alimentación adecuada, preparándose, junto al resto de musculatura, para la adquisición y uso del lenguaje.
Entonces, ¿cómo favorecemos los adultos la alimentación?
Desde bien pequeños, empezaremos por facilitarle al niñ@ tiempo y espacio de exploración de sí mismo y del mundo que le rodea, movimiento libre, pasando por distintas posiciones, alcanzando posturas variadas, descubriendo sus posibilidades boca arriba y boca abajo, descubriendo la voz desde las sensaciones que despiertan emociones a partir del movimiento y la relación.
Nutriendo y alimentando a la vez, fomentando un tiempo de reconocer y descubrir sabores, colores, olores, texturas, temperaturas…un tiempo para construir relación con las personas, con el alimento, con el propio cuerpo…un tiempo para crear hábito saludable, equilibrio y conciencia.
Conforme el bebé alcanza el volteo en su desarrollo y adquiere la destreza de agarrar objetos más pequeños con una pinza más fina de sus dedos pulgar índice y medio y, a la vez, que se va colocando «como una sirena» hasta lograr la sedestacion oblicúa, podemos observar mayor curiosidad por manipular los alimentos que observan en los platos de los adultos. ¡Seguramente ha llegado el momento de ofrecer la alimentación complementaria!
Podemos utilizar una trona ergonómico, única y exclusivamente el tiempo de la comida, a ser posible, comer juntos y que la mesa le quede a la altura adecuada y con posibilidad de apoyar y alcanzar con sus brazos.
En estos meses, a la par, acaban de iniciar el proceso de la dentición, además de permitirles explorar los objetos o algunas partes de su cuerpo con la boca, podemos ofrecer algún mordedor o palitos de la boca que le permiten aliviar el dolor, por el mismo, friccionando las encías donde siente molestias, al mismo tiempo, le ayudan a movilizar lengua, labios…y en general, movilizar órganos y musculatura del complejo orofacial que sigue madurando preparándose para la masticacion y el lenguaje.
Podemos también introducir hábito de higiene dental y autonomía personal limpiando la boca con dedal o cepillo de silicona, caucho o material específico para bebés, con hacerlo una vez al día les ayudamos además con la maduración del complejo orofacial.
En esta primera etapa es más importante para el bebé descubrir las diferentes características de los alimentos y registrar las mismas intelectualmente (color, textura, temperatura, olor, sabor, vocabulario…). Ideal si comemos lo mismo o, en caso de variar algo, que podamos ofrecerle a probar si mostrará interés.
Cuando para comer hayamos preparado un plato de cuchara como pueda ser el puré o la sopa, es importante prestar atención a la manera en que ofrecemos el alimento. Ofrecemos la cuchara de frente, esperamos a que mire, y surja su deseo, que sea él quien se active, recoloque sus labios, y a continuación dejamos que recoja el alimento por él mismo, un poco laterializada la cuchara, la siguiente cucharada, ligeramente más decantada al otro lado y es así, como la lengua se va moviendo lateralmente hasta dejar la cuchara vacía y coordinar después el transporte del alimento y la deglución del mismo. Rompemos así el efecto de «engullir» que tantas personas terminamos adquiriendo como hábito de alimentación, y que da comienzo en este primer año de vida repercutiendo en diferentes aspectos importantes de nuestro día a día.
En el caso de los trozos, los presentamos cortados al tamaño que abarcan sus dedos al realizar la pinza fina.
Les resulta atractivo si ponemos alimentos de colores variados a la par.
Los platos antideslizante al principio pueden ayudar en su autonomía y fomenta la posibilidad de elegir, con varios compartimentos donde podemos poner 2 ó 3 alimentos diferentes a la vez. Conforme crecen y atraviesan la fase de llenar, vaciar, trasvasar y volcar, mejor ofrecer la misma vajilla que al resto de familiares para que sean conscientes del peso, tamaño, material frágil, etc.
Otros alimentos se pueden dar enteros y ellos pueden gestionarlo, acompañados y siempre que nos sintamos en calma ofreciéndoselos. Por ejemplo, una ramita de brócoli o coliflor hervida, pero también un trozo de pan, una croqueta y otros alimentos, con ellos explora la prensión, la coordinación ojo-mano y la coordinación en la deglución entre morder, masticar, salivar y tragar.
Pueden descubrir con manos pero también podemos alternar y ofrecer algún utensilio, no sólo una cuchara, también pueden explorar con palitos de silicona tipo mordedor.
Tener en cuenta, como adultos a la hora de acompañar, elegir momentos de exploración en los cuales nos sentimos tranquilos
El tema de la alimentación es amplio, podríamos seguir explicando muchos más aspectos al respecto,pero puede resultar demasiada información, así que, vamos a dejarlo aquí y me muestro disponible para preguntas, dudas, curiosidades o nuevas demandas.
Importantísimo entender que la alimentación tiene relación directa con el desarrollo de prerequisitos del lenguaje, también con la respiración, pero además por proximidad cerebral, con la manipulación.
Pero además, saber que introducir la alimentación a un bebé, es, introducir hábito, conducta, relación, emoción, cognición, autonomía, destreza, comunicación, sensación y nutrición, como tantos otros aprendizajes de la vida temprana, se trata, de un regalo para siempre, pongamos delicadeza en la entrega.
Laura Pueyo Pardo
Terapeuta ocupacional pediátrica, psicomotricista y educadora infantil.