Como personas siempre miramos, incluso sin poder ver ya miramos buscando la vida y nuestro entorno. El bebé y la mamá inmediatamente tras el nacimiento se miran, se reconocen, se encuentran y se envuelven de amor mutuamente. Seguimos mirando conforme crecemos, para explorar, descubrir, recorrer… aún sin ver, miramos, buscamos el estímulo, el interés, la motivación…

Somos seres sociales, nos relacionamos. Miro al otro y le reconozco, le valoro, le identifico y a la vez, me identifico, me reconozco, me acepto, me rechazo. El otro me mira favoreciendo mi autoestima y a la vez me hace de espejo para transformar o valorar aquello que deseo cambiar en mí misma, y seguir expresando y ofreciendo aquello que en el otro admiro, miro y veo de mi que tanto me gusta.

A cualquier edad nos ayuda mirar y ser mirados, pero para ello, lo más importante no es la capacidad visual, sino la capacidad humana, la disponibilidad. Si nuestra miradas no se encuentran, no habrá relación, pero, tampoco valoración personal, la imagen personal se distorsiona, la autoestima se hunde, la identidad se confunde.

El bebé que no encuentra la mirada de su madre cuando se gira mostrando su logro, su movimiento, su descubrimiento, se desarrollará con dificultad, sentirá un vacío emocional que no le proporcionará energía de vida.

Actualmente, a cualquier edad, nos ayudará a llevar mejor la nueva situación, el mirarnos, comunicarnos y evolucionar intercambiando miradas. Se conoce todavía poco certero, todo lo relacionado sobre el COVID-19, pero, si algo está claro es que por mirarse no se contagia.

El miedo a veces nos hace alejarnos aún más los unos de los otros, si nos miramos, nos damos permiso para compartir como estamos, como nos sentimos, como esta el otro, si puede necesitar algo de mí… si agachamos la mirada o giramos la cara, puede ser que inconscientemente no estemos preparados para escuchar el dolor o la tristeza del otro, porque inconscientemente creemos que el otro no podrá sostener nuestro dolor o tristeza, pero quizá si nos miramos y confiamos en que podemos, sin exigir cuánto podemos, todo fluya, y despidamos juntos está etapa intensa.

Laura Pueyo Pardo