Puede parecer que algunos adultos tienen prisa por ver sentados a los bebés, y después les llegará la urgencia de que caminen, luego que hablen… y así hasta que llegan las consecuencias en el futuro por el deseo de acelerar el desarrollo del primer año de vida de nuestros bebés, esa semilla que tan importante es y será el resto de su vida y que tan maravillosa es si la disfrutamos pacientes, escuchando y mirando la expresión de la infancia.

 

¿Sentamos a los niños o se llegan a sentar ellos solos?

En la mayoría de los casos, salvo con niños con patologías neurológicas y/o motoras severas, el niño llegará por sí mismo a alcanzar la sedestación como parte de su ontogénesis postural, de manera natural, alrededor de los 7-10 meses.

 

No pensemos que los músculos que intervienen en la sedestación se potencian por sentarles nosotros, al contrario, la musculatura se desarrolla en posiciones como el decúbito prono o supino, y es así como el niño se va preparando para sentarse a su ritmo, cuando se sienta preparado para ello.

Podemos comprobarlo, si nos colocamos nosotros unos minutos boca abajo, apoyando simétricamente en nuestros codos, después elevando una mano y otra alternativamente dejando el peso del cuerpo en un lado, y también, boca arriba cogiéndonos los pies con las piernas flexionadas como hacen los bebés, y dejando las piernas en alto mantener a la vez entre ambas manos un objeto con los codos algo estirados.

 

Os recomiendo incluso cerrar los ojos y sentir el trabajo muscular. Tras dedicar un tiempo, si nos incorporamos, respiramos y nos sentamos en una silla o sofá, podemos observar la postura que adoptamos y, volviendo a cerrar los ojos, sentir entonces qué músculos trabajan, y en que posiciones han trabajado más nuestros abdominales, paravertebrales, pectorales, etc.

El patrón de movimiento del volteo es anterior a la sedestación, además de preparatorio, por ello, el bebé ha de jugar a “rebozarse como una croquetilla” antes de pasar a sentarse por el mismo. Para ello es importante que los niños pasen ratos en el suelo explorando las posibilidades de movimiento de su cuerpo y deseando finalmente sentarse por ellos mismos para alcanzar un plano superior.

Como decía Emmi Pikler (importante pediatra desde los años 30 a 80) : es importante dejarles una completa libertad de movimiento, la cual queda asegurada con ropa adecuada, suelta, espacio suficiente en el suelo preferiblemente, ausencia de entrenamiento por parte de los adultos y de prohibiciones y/ limitaciones (a excepción de peligros). Y por supuesto, evitando limitar la movilidad de los niños a espacios reducidos como hamaquitas, taca-tacas, parques, maxicosi (excepto en el coche donde es importantísimo y obligatorio) o carros de paseo.

Laura Pueyo Pardo