La torre de aprendizaje facilita la autonomía del niño pero mejora la nuestra, los adultos podemos «recuperar las dos manos», seguir haciendo tareas del día a día ( tender, cocinar, lavar dientes…) y no precisar » aparcar» al niño al margen de las actividades de la vida diaria.

Con la torre de aprendizaje el niño puede observar, integrar, imitar, aprender… a la misma altura, de forma segura, con mayor independencia y participar motivado en muchas vivencias dentro del hogar de las cuales sino es excluido.

La torre de aprendizaje respeta el momento evolutivo de cada niño,favorece el desarrollo global priorizando el de su autonomía personal, facilita el aprendizaje natural y significativo y fomenta la curiosidad y exploración de los niños para descubrir e integrar el mundo que les rodea.

A veces, a los adultos, pensar en la lista de tareas que tenemos pendientes nos puede agobiar, nos motiva a «aparcar» a los niños y, actualmente a tirar de pantallas antes de tiempo o quizá demasiado rato.

La torre de aprendizaje, entre otros recursos, no solamente nos facilita a los adultos poder ir terminando tareas del día a día en el hogar, también, y quizá lo más destacable, facilita que el niño, seguro, participe, disfrute, se sienta partícipe e independiente, desarrolle autoestima y sentimiento de confianza y capacidad.

 

El niño observa que lo que deseamos que vaya logrando (lavar manos, fregar plato, cortar fruta…) no es una exigencia desmedida ni abstracta, observa como los adultos también lo hacemos y cómo lo llevamos a cabo, y así lo incorpora con deseo, motivación, conciencia, naturalidad… le encuentra sentido a las actividades de la vida diaria, en su vida diaria.

Y… a la misma altura.

Laura Pueyo Pardo