No preguntes a mi mamá si agarro objetos y me los llevo a la boca, mira mientras me quita la ropita como me agarró el pie y lo llevo hacia mi boca.
No preguntes si levanto la cabeza tumbada boca abajo, observa cuando me giran para desabrochar mi ropa como me apoyo en mis antebrazos y elevo la cabeza para mirar a mi alrededor.
No preguntes si utilizo sonrisa social, mira como reaccionó cuando me hablas y vuelvo a localizar a mi madre.
No me pidas que ordene los objetos como tu esperas, facilitame material y un tiempito y reconoce mi creación, mi clasificación, mi orden, mi planificación.
No preguntes a mi papá si hago frases, escucha mi llegada, dialoga conmigo sobre un juguete, muestrame un cuento.
No preguntes a qué o cómo juego en casa, deja una cesta con algún objeto cerca de mí y mira lo que elijo y qué hago con ello.
Y sobre todo observa lo que sí soy capaz de hacer e intenta orientar a mis padres en aquellas acciones que desde la relación pueden facilitar para mi desarrollo global, y nunca pienses que no escucho cuando, en mi presencia, les vayas a decir a mis padres cosas que valoras negativas de/en mí.
Retira el teclado del ordenador, deja el bolígrafo y el papel a un lado, aproximate a mi familia y a mí, mira nuestros ojos, hablanos y…observa.
Vamos a conocernos antes de encasillar.
Registrar y cuantificar no es revisar, ni valorar, no permite detectar ni prevenir, ni mucho menos acompañar y atender a la infancia y a su familia.
Detección y atención oportuna a la infancia , una medicina al alcance de todos.
Laura Pueyo Pardo Terapeuta ocupacional pediátrica, psicomotricista y educadora infantil